miércoles, 4 de abril de 2012

Silencios

Yo fui a un colegio de monjas, para señoritas.Y a pesar de que supiera lo que significaba el eufemismo "hacer el amor" desde los 8 años lo más cerca que estuve de información en "educación sexual" fue una charla que duró dos horas como mucho, a los 15 años aproximadamente. Cortesía de la Benemérita Institución. Se suponía que todo el resto me lo explicarían mis padres. Lástima que mis padres no se tomaron el trabajo. Por vergüenza, por tradición y hasta por moral. 

Teniendo en cuenta el nivel académico que prometía el colegio brindar a sus alumnas, el mismo que no dudaban en "demostrar" reflejado en la abultada cuota mensual considero triste la desinformación en material sexual. La falta de explicaciones, de bajar a la realidad la biología y anatomías diferentes que portamos mujeres y hombres que estudiábamos. Reconozco que el ingrediente incómodo de la religión interviniendo en la materia y que el estandarte de la virginidad no eran dos objetos fáciles de manejar y/o hacer entender a adolescentes de hormonas alboratadas. 

Lo que más tristeza y pena me da es el esmero con el que construyeron muros altísimos hechos de prejuicios hacia los homosexuales que muchas luego usaron como límites para el entendimiento y amor. Por suerte en lo personal me ocupé de derribarlos. Por eso cuando leí esto me dió lástima y me sentí íntimamente apelada. Ojalá que ningún gay más sienta que le robaron la adolescencia porque es injusto. Es hora de respetar al otro sin juzgarlo y que haya libertad de amor, como existe (en palabras, falta la práctica) la libertad de credos.

Fragmento:
"(...)De todas las cosas de la vida que nos prohibieron a los gays, la adolescencia es la más injusta. Quiero que me la devuelvan. Quiero vivir cada experiencia en el momento justo. Quiero tener mi primer novio a la misma edad en que mis amigos tuvieron su primera novia y que los primeros besos sean torpes, experimentales, llenos de sorpresas, y descubrir el sexo con inocencia y emborracharme cuando todavía no tenía edad para hacerlo y que me pongan amonestaciones que no sean por una causa justa, sino por una divertida, y hacer las cosas prohibidas para menores de dieciocho antes de cumplir los dieciocho. Quiero que el pibe rubio me vuelva a decir que está tan caliente que lo haría conmigo y hacerlo con el pibe rubio en su casa, esa tarde, en pleno verano, en plena adolescencia, con las hormonas enloquecidas.
Las experiencias perdidas son irrecuperables, porque nunca más estaremos ahí para saber cómo hubiesen sido. Cuando hablamos de la educación sexual en la escuela, la que tanto asusta a los dinosaurios, la que yo no tuve, estamos hablando también de esas adolescencias no realizadas, de esos deseos censurados, de esas experiencias no vividas. Por el bien de los pibes que todavía están a tiempo de no perdérsela, de salir del armario a tiempo, de madurar sin fantasmas medievales que los persigan, necesitamos romper con las barreras que hacen de nuestra sociedad un lugar menos amigable para algunos. Los debates que estamos viviendo en estos días también tienen que ver con eso (...)".

Hay que darse más besos callejeros, al que le molesta: que no mire,
Suya,
S.


                            

No hay comentarios.:

Publicar un comentario