lunes, 26 de septiembre de 2011

La distancia dá perspectiva.

¿Se acuerdan de la historia de Carmela?
 Bueno, le dijo a su fayuto intento/proyecto de novio que la cosa no iba más, que ella se merecía más y que no le iba a mendigar a nadie amor. Lo bien que hizo. Al fin no lo pospuso más y se hizo cargo de sus sentimientos. Bien por ella. Muchos ovarios. Ovación de pie.
Acto seguido desapareció de la faz de la Tierra como le aconsenjé. No mensajes, no visitas, no te atiendo el teléfono. Morite de intriga. Si pensás que me fui a vivir al Congo, mejor. No me enloquezcas con grises, pensá bien qué querés de tu vida y venime con las cosas resueltas y un plan de acción.
Él: 50 llamadas perdidas durante la semana. Otras 20 en el transcurso de una hora el domingo sólamente que fue el ratito que estuve con ella. Después de un año y medio de letargo, él empezaba a reaccionar, a salir de ese coma en el que estaba sumergido y a darse cuenta cómo era de infeliz la vida sin Carmela. Necesitaba, con desesperación, verla, escucharla, olerla. Ella estoica: nada.
Hoy a las 10.30 de la mañana me suena el celular. Era ella atolondrada, con el corazón en la mano, sobresaltada y con tanta exaltación en la voz que a penas pude entender el motivo de su madrugador telefonazo después de 5 minutos de charla. No-novio le acababa de mandar un ramo de rosas rojas al trabajo.
Los hombres son hijos del rigor, no hay vuelta que darle.
Los dejo con ese pensamiento,
Escucho opiniones,
S.

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